Él
cambia, ella cambia, ellos/as cambian, ¿por qué tú (joven maestro/a) y yo
(vetusta escuela) no cambiamos? ¿Dónde se produce el cambio en el profesor/a o
en el centro?, comprometida cuestión de difícil respuesta, no obstante, para mí
el cambio es un latido que despierta con un tintineo, conjunto o individual, es
un sentimiento que exige ganas de transformar y mejorar algo, es la búsqueda de
un ideal, es el trayecto a la lejana y movilizadora utopía.
Tal y como
se ha dicho anteriormente, hablar de cambio en educación es harto complicado
pero; ¿a qué se hace referencia cuando se alude al cambio?, ¿interesa que se
produzca sea cual sea su naturaleza? En este sentido, cabe poner de relieve que
en estas líneas, se tratará el cambio vinculado a la mejora. Asimismo, se hace
interesante subrayar que la mejora, al menos desde el postulado con el que
concomitan las ideas de quien da voz, cuerpo y contenido a estas palabras, ha
de ser promovida y sentida pluralmente, es un hecho que no se puede mejorar si
los centros como organizaciones no cambian, pero tampoco si los profesores/as
no mejoran, revisan e interaccionan introspectivamente con el ejercicio de su
profesión.
De
forma individual, los avances de un profesor o profesora resultan
insuficientes, si un/a docente mejora y su compañero/a no, es complicado que el
cambio avance, pues si algo contribuye a la mejor es la coherencia, sin ésta será
difícil ponerse de acuerdo, concretar y consensuar qué es el cambio, qué
relación guarda éste con la práctica y cuál es el rumbo a seguir.
El cambio, no se produce en un sencillo e involuntario
pestañeo, ni de un día para otro. Debe ser gestado, cuidado, deseado,
planificado, etc. Para que el cambio tenga repercusión perdure y se disemine,
debe ser promovido por más de un agente cuyas armas y estrategias le ayuden a
librar la dura batalla de hacer frente a las creencias, ya que éste exige una
visión flexible, curiosa y reflexiva abierta a modificaciones. No es incorporar
una herramienta y que todo siga igual, no es adoptar un modelo impuesto, el
cambio exige creérselo, tener en cuenta cuándo, cómo, para qué, dónde, con
quién o quienes… ¿La labor y funciones de una madre acaban en el parto?
Indefectiblemente no, en ese momento la entrañable y estrecha relación de la
madre con el nasciturus cambia, y se reajusta debido a que las necesidades del
bebé así lo exigen, ¿puede darle lo que necesita su hijo y criarlo sola?, claro
que sí, pero; ¿será más fácil, cómodo, reconfortante, llevadero, etc. hacerlo
en compañía? SÍ, tal y como recoge ese proverbio africano que afirma que “hace
falta toda una tribu para educar a un niño”, se concluyen este documento
afirmando que el cambio debe ser a nivel institucional, emulando el proverbio
antes citado, me atrevo a decir que hace falta toda una escuela para que se
produzca cambio organizacional, pero también resaltar que los grandes incendios
se han iniciado con una simple, pequeña y crédulas cerillas.